El estigma en la sociedad Mexicana - ALGO DE LA IDIOSINCRACIA
Muchas o casi todas las
costumbres que tenemos tienen un antecedente histórico, ya sea que el tema se
refiera a comida, vestido, actitudes, lenguaje, etc. Es este el caso del origen
de la costumbre de asociar en México al número 41 con la homosexualidad.
El hecho en el que se creó
esta 'tradición' involucró a dos personajes importantes en la vida política y
social de México. Nada menos que a la hija del Presidente Porfirio Díaz, Amada
Díaz e Ignacio de la Torre y Mier, su esposo. Amada era hija de Porfirio y una
indígena Juchiteca (Oaxaqueña) antes de que éste contrajera matrimonio por vez
primera.El impacto que causó en la
conservadora sociedad Mexicana de la época fue tal que el chisme se esparció
como reguero de pólvora y penetró en el sarcasmo y jocosidad de la chismografía
nacional. Ignacio de la Torre era
hijo de un rico hacendado del Estado de México y contrajo matrimonio nada menos
que con la hija del Presidente Díaz. El futuro político de de la Torre era
lógico, pues gozaba del apoyo de su suegro. Sin embargo, un hecho cambió su
vida y marcó en el léxico popular la referencia al número 41.
El 20 de Noviembre de
1901, se celebraba una fiesta en una lujosa casa de la calle de La Paz, cerca
del centro de la Ciudad de México. Durante la celebración, al gendarme que
vigilaba la zona se le hizo curioso que solo ingresaran hombres a la fiesta.
Por ello, decidió informar a sus superiores de lo que estaba sucediendo. A los
pocos minutos se presentó una redada en la casa; al ingresar los gendarmes
encontraron a muchos hombres vestidos elegantemente de mujer, con pelucas,
bustos postizos, aretes y maquillaje.
Los sorprendidos policías
y sus superiores formaron en fila a los festejantes: contaron a 41, pero el
organizador de la fiesta, el número 42, había huido por la azotea. Era Ignacio
de la Torre, el yerno del General Díaz y, aunque nunca pudo comprobarse su
presencia en el lugar, el rumor nunca fue desmentido.
El Presidente intentó
acallar la información a la prensa para evitar un escándalo familiar, pero el chisme
se esparció como era de esperarse y alcanzó cobertura nacional. Díaz se
entrevistó días después con Ignacio de la Torre y, aunque nunca se supo el tema
de las conversaciones, un asunto que quedó claro es que el General Díaz le
retiró su apoyo para promover a de la Torre a la Gubernatura del Estado de
México.
El número 41 estuvo
durante semanas y meses en boca de todo el país y, como era de esperarse,
aunado al tradicional sarcasmo de los Mexicanos, se asoció de inmediato con la
homosexualidad. Siendo el tema del momento, el periodismo, el teatro, la
pintura y el grabado, aprovecharon la circunstancia para enraizar aún más en la
conciencia de los Mexicanos el uso del número 41 en el léxico popular.José Guadalupe Posada
publicó algunos de sus famosos grabados en el periódico la Hoja Suelta en
donde, a raíz de este hecho dibujó a un grupo de hombres bailando en parejas,
junto con la siguiente composición:"Disfrazados la
mitad/ De simpáticas muchachas/La otra mitad con su traje,/ Es decir de
masculinos,"Aquí están los
maricones muy chulos y coquetones". "Hace aún muy pocos días/ Que en
la calle de la Paz,
Los gendarmes atisbaron/
Un gran baile singular.// Cuarenta y un lagartijos/ Disfrazados la mitad/De simpáticas muchachas/
Bailaban como el que más.// La otra mitad con su traje,/ Es decir de
masculinos,/ Gozaban al estrechar/ A los famosos jotitos./ Vestidos de raso y
seda/ Al último figurín,/ Con pelucas bien peinadas/ Y moviéndose con
chic."En 1906 Eduardo Castrejón
publica el libro 'los cuarenta y uno', novela en donde se narran las 'hazañas'
de esos 41 jóvenes que fueron detenidos y enviados a Yucatán a realizar
trabajos forzados.
El estigma en la sociedad
Mexicana fue tal, que a partir de entonces de manera discreta se evita utilizar
el número 41. Así sea un salón de clases, un regimiento militar, cualquier
habitación de hotel o número de empleado, difícilmente encontraremos uno que
tenga ese número. Evidentemente los hombres en México evitan mencionar su edad
cuando cruzan por los 41 años.
La vida de Amada Díaz
estuvo llena de complicaciones y tristezas. Murieron Don Porfirio e Ignacio su
esposo; nunca tuvo hijos, lo que le llevó a una soledad que le 'ayudó' a acuñar
la frase: "mi madre no debió llamarme Amada, el nombre de Dolores habría
sido más apropiado para mí".
¿QUE TAL?
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