"PAPA OLVIDA"
Dando
lectura al libro de Dale Carnegie
titulado “cómo ganar amigos e influir
sobre las personas”, en la primera parte: “Técnicas fundamentales para tratar con
el prójimo” me llamó la atención un escrito clásico del periodismo norteamericano
“PAPÁ OLVIDA” que apareció por primera vez como editorial en el diario People’s
Home Journal…la cita es un momento de sentimiento sincero de un padre hacia el
hijo pequeño espero la disfruten :
![]() |
"Un gran hombre muestra su grandeza por la forma en que trata a los pequeños" Nadie sabe cuanto te importa alguien hasta que sus actos logran modificar tu carácter |
«Papá olvida»
Escucha,
hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla
y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida.
He
entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la
biblioteca, sentí una hola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine
junto a tu cama.
Esto
es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo.
Te
regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al
suelo.
Durante
el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin
cuidado.
Pusiste
los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con la mantequilla. Y cuando
te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la
mano y dijiste: “¡Adiós, papito!” y yo fruncí el entrecejo y te respondí: “¡Ten
erguidos los hombros!”
Al
caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas,
jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus
amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí.
Las
medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso.
Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas,
más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una
mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la
interrupción, vacilaste en la puerta.
“¿Qué
quieres ahora?”, te dije bruscamente.
Nada
respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al
cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había
hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agostar.
Y
luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien,
hijo: poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí
un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre?
La
costumbre de encontrar defectos, de reprender; ésta era mi recompensa a ti por
ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y
medía según la vara de mis años maduros.
Y
hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo
es grande como el sol que nace entre las colinas.
Así
lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada
más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la
oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Es
una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera
cuando estás despierto.
Pero
mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y
reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras
impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: “No es más que
un niño, un niño pequeñito”.
Temo
haberte imaginado hombre.
Pero
al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé
todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
He
pedido demasiado, demasiado…
W. Livingston Larned.
Deseo pasen un maravilloso día disfrutando de sus seres queridos...espero sus comentarios
Lic. Ana Luisa Gastélum Puppo.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por sus comentarios...